- Prijs / kwaliteit2
La agradable visita que tenía planeada
se vio empañada por un incidente en el
que un parking con olor a orina de gato
se convirtió en un laberinto sin
salida. Ninguna de mis tarjetas de
crédito parecía funcionar, pero
afortunadamente, un amable desconocido
me sacó del apuro. La experiencia de
tener que hacer una especie de rally
para salir del parking con el lector de
matrículas en lo alto de la rampa fue
casi cómica. Decidí que para mi
próxima visita a la zona preferiría
arriesgarme a una multa en la calle
antes que volver a ese parking tan
peculiar.
